viernes, mayo 06, 2005

SiLeNCioS (Parte I)

Ya mucho no recuerdo que fue lo que me enamoro, no se si fueron tus ojos o tus manos, si lo que me conquisto fue tu sonrisa llena de ingenuidad, de inseguridad, si fueron las ganas de cuidarte, si fue tu piel la que no dejaba que me aleje. Solo recuerdo el instante en que te vi. Amor a primera vista? No lo creo, dudo mucho de esas cosas, solo se que no podía dejar de mirarte. Al principio casi no hablábamos, quizá por vergüenza, quizá por miedo, quizá por inseguridad, pero no dejábamos de mirarnos. Cruzábamos las miradas y nos decíamos cosas que escapaban a aquellos que nunca habían sentido algo así.
Empezábamos a jugar, a reírnos, seguíamos sin hablar, pero el cuerpo también comenzaba a expresarse. Sentía tu mano en mi muñeca, sentía como mi respiración empezaba a entrecortarse. Ahora dejábamos de mirarnos o si vos lo hacías yo no me daba cuenta, simplemente me dedicaba a sentirte en mi piel.
La punta de tus dedos comenzaban a recorrer mis brazos y tu cuerpo se acercaba, ahora era tu respiración la que podía sentir en mi. Comenzaste a recorrer mi espalda, la estabas conociendo, empezábamos a respirar a la par, y deje escapar una sonrisa al notar cuan difícil se convertía algo tan natural.
Abrazaste mi cintura, pero los dos manteníamos cierta distancia, seguíamos sintiendo aunque casi sin tocarnos, pasaste tu mano bajo mi ropa, ahora era la palma de tu mano la que recorría mi cintura, podía sentir el calor de tu cuerpo recorriéndome, tu alma inconstante saliendo de tu boca y ahí seguía yo, inmóvil. Hasta que besaste mi cuello y con tanta lentitud me acerque a tu cuerpo, seguía sin besarte, seguía sin recorrerte, pero mis manos comenzaban a ponerse impacientes, deseaban sentirte. No las pude controlar mas y comenzaron a acariciar tu cuello, mis labios celosos quisieron sumarse al reconocimiento y besaron tu cuello, mi cuerpo comenzaba a rozar el tuyo, mi piel comenzaba a erizarse. Mi cuerpo comenzaba a desear el tuyo y mi boca, nunca quería ser menos, deseaba conocer la tuya, como si fuese un alma aparte ya se había enamorado de tus labios. Vos, tu cuerpo, tu boca, comenzaban a saber que el deseo era compartido, así que me miraste, directo a los ojos como buscando una respuesta, una afirmación, una confirmación de lo que mi cuerpo decía, y me besaste. Mis labios se dieron cuenta que no estaban equivocados, mi mente y mi cuerpo se daban cuenta de la intensidad de aquel acto, ahora tus besos también eran parte del deseo.
En un instante como una tormenta sin previo aviso nos dimos cuenta que no estábamos solos, estábamos tan concentrados en conocernos que todo lo demás había desaparecido. Empezábamos a notar ciertas miradas curiosas que se preguntaban que estaba pasando, los miramos, ahora con cierta picardía instalada en los ojos como diciendo “te da celos?” y nos volvimos a mirar, pero esta vez como si nos conociéramos de siempre, y comenzamos a reírnos, estallamos en carcajadas, nos abrazamos, como si fuese algo de todos los días, recuerdo tu voz en mi oído susurrando palabra que nunca llegue a comprender, no recuerdo si fu tu nombre, si fue algo referido a nosotros o a aquellos curiosos, solo pude concentrarme en el sonido de tu voz, tan suave, tan armónico, tan libre, tan dulce, algo mas que me atraía a vos.
Cuando las risas cesaron, cuando el silencio empezaba a invadirnos volviste a buscar algo en mi mirada, esta vez encontré en ella mucho cuidado, mucha ternura que comenzaba a hacerme temblar las piernas. No comprendía mucho que me querías decir, simplemente asentí con la cabeza, estaba entregada a vos, tomaste mi mano y salimos de ahí, huimos de las miradas curiosas para que solo nuestros ojos tuvieran el placer de contemplar aquella escena.

No hay comentarios.: