Ciclotimia de un domingo bajo techo...

El silencio susurra unas palabras que se pierden entre los oídos de los que no queremos entender que la soledad no nos paraliza. Recuerdos de sonrisas tímidas ahogadas en palabras de sabores diferentes, del sabor dulce de tus besos, del amargo sabor de tu despedida.
Mis pies describen círculos en el aire, mientras se aferran a mis tobillos que no pueden soltarse y se acercan a mis rodillas. En un conjunto imperfecto buscan que el aire se transforme y se materialice y puedan enredarse en otros pies; prisioneros de un cuerpo que se añora, se respeta, se divide en la incomodidad de acompañar un espacio ajeno.
Mis manos se entrelazan y se mimetizan, confundiendo el lugar donde nació cada uno de mis largos y curvos dedos, sin embargo esperan, inquietos, dejarse perder entre unas manos que forjen una lucha de placer para poder mezclarse con las mías.
Mis brazos largos y desganados rodean mis piernas y ocultan mis caderas, que se alejan, que se pierden en un respiro, que no quieren ser vistas, que se incomodan, que se aterran, que suspiran, que esperan en silencio, que no piden nada mas de lo mismo, que son tímidas, que se acongojan, que sueñan con nidos lejanos, que se pierden entre los brazos lejanos que dejaron de abrazar, que solo se acurrucan para rodear mas de lo mismo, mas de todo eso que se quiere alejar.
Pero estoy, siempre en el mismo lugar, avanzando, retrocediendo, siempre en el mismo eje, siendo y no siendo, queriendo y huyendo, intentando acercarme temerosa y dolida, y susurrando, sabiendo que no tiene sentido… -es a vos a quien...